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LECTURA BÍBLICA DE HOY:
“EL SIGUIENTE DÍA VIO JUAN A JESÚS QUE VENÍA A ÉL, Y
DIJO: HE AQUÍ EL CORDERO DE DIOS, QUE QUITA EL PECADO DEL MUNDO”, Juan 1: 29.
Gracias Dios mío por tu Palabra Santa y Perfecta. Gracias
por tus misericordias, las cuales son nuevas cada mañana. Gracias por la vida
de los lectores y lectoras, no permitas que ninguno, ninguna se pierdan, obra
milagros en ellos y ellas. Reprende toda fuerza de las tinieblas y glorifícate
en el siguiente mensaje, en el nombre de Jesús. Amén.
MENSAJE *** EXHORTACIÓN *** REFLEXIÓN:
El hombre y la mujer desde la creación han pecado.
El pecado ha sido el gran abismo que separa al
hombre de la Gracia de Dios.
Toda la historia bíblica ha narrado la manera en que
el hombre ha pecado, ha transgredido los preceptos, enseñanzas, disposiciones, mandamientos, ordenanzas y
exhortaciones que Dios nos ha dejado plasmados en la Biblia.
En el túnel de transición del viejo al nuevo
testamento, transcurrieron cuatrocientos años en que Dios no tuvo comunicación
con el hombre, pues ahora venía la siguiente etapa en que Jesús sería enviado
al mundo, para tratar, en un plan B de Dios, con el hombre y su pecado.
Ya no bastaban los corderos que se sacrificaban para
cubrir los pecados en el antiguo testamento, en que el sumo sacerdote rociaba
la sangre de los animalitos al pueblo, pero esta sangre no era suficiente.
El hombre continuaba en su pecado sin un genuino
arrepentimiento.
Y es que había que derramar sangre para poder
producir la expiación, o sea el perdón de los pecados, y es en ese diseño
divino que Dios nos envía a Jesús, “Y DARÁ A LUZ UN HIJO, Y LLAMARÁS SU NOMBRE
JESÚS, PORQUE ÉL SALVARÁ A SU PUEBO DE SUS PECADOS”, Mateo 1: 21.
Por tanto es necesario que vengas a Cristo, porque
en la vida de todo hombre y de toda mujer tiene que producirse una
“LIMPIEZA DEL PECADO”
Y es que el pecado no se puede limpiar ni con lejía,
solo Jesús puede limpiarlo, “AUNQUE TE LAVES CON LEJÍA, Y AMONTONES JABÓN SOBRE
TI, LA MANCHA DE TU PECADO PERMANECERÁ AÚN DELANTE DE MÍ, DIJO JEHOVÁ EL SEÑOR”,
Jeremías 2: 22.
Ya no son los corderitos que sacrificaban para solo
cubrir los pecados, ahora tenemos al Cordero de Dios, al Cordero Perfecto, al
Cordero inmolado, el cual derramó su Preciosa e inmaculada Sangre por mis
pecados, por tus pecados, “EL SIGUIENTE DÍA VIO JUAN A JESÚS QUE VENÍA A ÉL, Y
DIJO: HE AQUÍ EL CORDERO DE DIOS, QUE QUITA EL PECADO DEL MUNDO”, Juan 1: 29.
Jesús quiere limpiar mis pecados, tus pecados.
Jesús quiere limpiar mis pecados, tus pecados.
Él te ama,
Héctor Paula
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