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LECTURA
BÍBLICA DE HOY:
“ASÍ
QUE, POR SUS FRUTOS LOS CONOCERÉIS”, Mateo 7: 20
Gracias
Padre Amado por tu Palabra Santa y Perfecta.
Gracias por las pruebas, gracias por el calor, gracias por las
bendiciones. Te presento los lectores y
lectoras, glorifícate en la vida de cada uno de ellos, no permitas que ninguno
se pierda, reprende al devorador de almas y háblanos en el siguiente mensaje,
en el nombre de Jesús. Amén.
MENSAJE
*** EXHORTACIÓN *** REFLEXIÓN:
Ser
un siervo, una sierva de Dios es algo muy especial.
El
cristiano, la cristiana somos los embajadores de Jesucristo aquí en la tierra y
eso no es cualquier cosa, es un asunto muy serio.
La
Palabra de Dios es la guía perfecta para todo ser humano en todas las áreas del
saber humano y espiritual.
Y
es esa Palabra la que diferencia los cristianos de los no-cristianos, aún
muchos y muchas se esconden sigilosamente dentro de las iglesias.
No
estoy aquí estableciendo juicios de valor, para que no vaya alguno a mal
interpretarme, lo que Dios quiere dejar bien claro es que las personas pueden
engañar al pastor, al hermano, a la hermana, al líder, al evangelista, pero a
Dios no podemos engañarlo.
Y
es algo muy sencillo de saber quién es y quién no es, porque no son todos los
que están, ni están todos los que son, como dicen en mi amado país.
Porque
la Biblia habla de que las obras de la carne son manifiestas, se ven, se notan,
se oyen y eso es lo que en esta hora tú y yo tenemos que sopesar profundamente.
Es
hora de entender que si tenemos frutos malos, si tenemos obras de la carne en
nuestra vida espiritual estamos mal.
Tenemos que pedir al Dios de la Gloria que nos quite todo impedimento,
todo obstáculo que pueda separarnos de su Gracia y Misericordia.
Esto
no lo vamos a lograr por nuestro propio esfuerzo, esto dependerá de la entrega de
nuestra vida espiritual que sepamos darle al Espíritu Santo de Dios.
Porque
definitivamente
“LOS
FRUTOS VISIBLES”
Y
de nuestro testimonio dependerá la salvación de mucha gente que nos sigue, nos
ve y no podemos lanzar por la borda el sacrificio de Jesús en la cruz del
Calvario.
Cada
día tenemos y debemos de procurar estar en comunión con Dios, pidiéndole que
nos perdone nuestros pecados, nuestras ofensas, orando a tiempo y fuera de
tiempo, suplicándole al Señor en rogativas, ayunando y escudriñando la Biblia.
Nuestro
actuar, nuestro hablar, nuestro caminar, dirá lo que somos, “ASÍ QUE, POR SUS
FRUTOS LOS CONOCERÉIS”, Mateo 7: 20.
Vamos
a caminar con este evangelio como nuestra lumbrera, el cual nos llevará a vida
eterna.
Los tiempos están muy difíciles,
el horno no está para galletitas, como dicen en mi país. El enemigo de las almas no duerme en su afán
por destruirnos.
No
permitas perder esta salvación tan grande.
Vamos a pedirle a Dios que seamos dignos de llevar frutos de
arrepentimiento a la gente.
Dios
te guarde,
Héctor
Paula
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