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LECTURA
BÍBLICA DE HOY:
“SI
CONFESAMOS NUESTROS PECADOS, ÉL ES FIEL Y JUSTO PARA PERDONAR NUESTROS PECADOS,
Y LIMPIARNOS DE TODA MALDAD”, 1ra. Juan 1: 9
Gracias
Jehová por tu Palabra Santa y Perfecta. Gracias por los lectores y lectoras,
hazlos propicios ante tu presencia, a los que no te conocen, límpialos con la
Sangre de Cristo, renueva la fe de los que han mermado, reprende al hombre
fuerte y glorifícate en el siguiente mensaje, en el nombre de Jesús. Amén.
MENSAJE
*** EXHORTACIÓN *** SERMÓN *** REFLEXIÓN:
El
pecado se ha ido enseñoreando de gran parte de la humanidad, y esta ha sido la
lucha que Dios ha tenido que librar desde la misma creación, para que el hombre
y la mujer no sean esclavos del pecado.
Cristo
vino al mundo para que por su gracia el pecado no pueda dominarnos, porque su
Sangre inmaculada nos limpia de todo pecado y éste no podrá enseñorearse de los
que hemos sido lavados por Cristo, “PORQUE EL PECADO NO SE ENSEÑOREARÁ DE
VOSOTROS; PUES NO ESTÁIS BAJO LA LEY, SINO BAJO LA GRACIA”, Romanos 6: 14.
La
Palabra de Dios es clara y Él nos la ha dejado para que podamos ser guiados y
conducidos hacia toda verdad y justicia.
Y
es esta Palabra que hoy en día tenemos para entender el carácter de Dios y el
propósito que tiene para ti y para mí en su perfecto plan de salvación, como
parte de su diseño divino.
Sabemos
que le fallamos a Dios, sabemos que pecamos, pero en esta hora Dios nos está
conminando a confesar nuestros pecados y no repetirlos.
Si
no eres cristiano y confiesas con tu boca en voz alta que Jesús es el Señor y
creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, entonces serás
salvo, serás salva, “QUE SI CONFESARES CON TU BOCA QUE JESÚS ES EL SEÑOR, Y
CREYERES EN TU CORAZÓN QUE DIOS LE LEVANTÓ DE LOS MUERTOS, SERÁS SALVO”,
Romanos 10: 9.
Y
es que, cuando confesamos con la boca en voz alta tenemos promesas literales de
salvación, “PORQUE CON EL CORAZÓN SE CREE PARA JUSTICIA, PERO CON LA BOCA SE
CONFIESA PARA SALVACIÓN”, Romanos 10: 10.
No
podemos encubrir nuestros pecados, no podemos eludirlos, no hay forma de
ocultarlos, solo existe la única opción de poder combatir el pecado: La
Confesión y Apartarse de él a través de la Sangre de Cristo, “EL QUE ENCUBRE
SUS PECADOS NO PROSPERARÁ; MAS EL QUE LOS CONFIESA Y SE APARTA ALCANZARÁ
MISERICORDIA”, Proverbios 28: 13.
Dios
se complace del ser humano que confiesa sus pecados con arrepentimiento.
Pero
no confesarlos a un hombre, esto no es lo que la Biblia establece, lo que la
Palabra nos ordena es confesar nuestros pecados a Dios, “SI CONFESAMOS NUESTROS
PECADOS, ÉL ES FIEL Y JUSTO PARA PERDONAR NUESTROS PECADOS, Y LIMPIARNOS DE
TODA MALDAD”, 1ra. Juan 1: 9.
No
podemos dejar que el pecado nos oprima, vamos a arrepentirnos, vamos a confesar
con nuestra boca toda vez que le fallamos a Dios involuntariamente.
Cuando
le confesamos a Dios nuestros pecados las bendiciones llegan con el perdón,
porque
“CONFESIÓN
Y PERDÓN”
Van
unidas de la mano.
Jesús
tuvo que asumir la función del Cordero Perfecto, pues en la antigüedad la
sangre de los corderos era derramada para cubrir los pecados, pero esta sangre
no producía arrepentimiento.
Y
Dios tuvo que enviarlo como el Cordero que derramaría su Sangre Preciosa para
el perdón de mis pecados, para el perdón de tus pecados.
Juan
el Bautista confesó a Jesús como el Cordero que quita el pecado del mundo, tan
pronto vio cuando el Maestro se acercaba a él, “EL SIGUIENTE DÍA VIO JUAN A
JESÚS QUE VENÍA A ÉL, Y DIJO: HE AQUÍ EL CORDERO DE DIOS, QUE QUITA EL PECADO
DEL MUNDO”, Juan 1: 29.
Dios
está esperando por tu confesión y así otorgarte el perdón, y si lo confiesas
como tu único y suficiente salvador, alcanzarás vida eterna.
Cristo
te ama,
Héctor
Paula.
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