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LECTURA BÍBLICA DE HOY: 1ra. Corintios 3: 6-7,
“YO PLANTÉ, APOLOS REGÓ; PERO EL CRECIMIENTO LO HA DADO DIOS. ASÍ QUE NI EL QUE PLANTA ES ALGO, NI EL QUE RIEGA, SINO DIOS, QUE DA EL CRECIMIENTO”
MENSAJE *** EXHORTACIÓN *** SERMÓN *** REFLEXIÓN:
Cuando el campesino planta una semilla, es sumamente importante regarla con agua para que pueda crecer y luego cosechar los frutos.
Obviamente, él tiene que ir limpiando los surcos, quitando la yerba mala, abonando, fertilizando para asegurar un crecimiento adecuado de la plantación.
Si hacemos un paralelo en el orden espiritual, la Palabra de Dios es la semilla que predicamos los evangélicos a la humanidad que no tiene a Cristo.
Pablo y Apolo fueron apóstoles que se encargaron de plantar la palabra uno y el otro regarla, pero el apóstol Pablo reconocía que el crecimiento lo da Dios, “YO PLANTÉ, APOLOS REGÓ; PERO EL CRECIMIENTO LO HA DADO DIOS. ASÍ QUE NI EL QUE PLANTA ES ALGO, NI EL QUE RIEGA, SINO DIOS, QUE DA EL CRECIMIENTO”, 1ra. Corintios 3: 6-7.
Si observamos detenidamente lo que Dios nos está revelando en estos versículos nos damos cuenta de que nosotros los predicadores no somos nada, nuestro deber es plantar y regar, osea, predicar y dar seguimiento a las almas que le predicamos, para que el mismo Dios sea el que dé el crecimiento y obviamente el convencimiento.
Porque muchas veces los predicadores creemos que tenemos que obligar a la gente a que se convierta, e incluso algunos recurren a métodos de terror y de intimidación diciéndole a la gente: “si no te conviertes, vas para el infierno”, y este método no funciona, nuestro mensaje debe de basarse en el sacrificio de Jesús en la cruz para redención de la humanidad que esté dispuesta a aceptar el llamado.
Y aquí Dios nos está dejado bien claro que nosotros como predicadores no somos nada, “ASÍ ES QUE NI EL QUE PLANTA ES ALGO, NI EL QUE RIEGA”, lo que sí debemos es predicar la Palabra, plantarla en los corazones y así cumplir con la gran comisión, “Y LES DIJO: ID POR TODO EL MUNDO Y PREDICAD EL EVANGELIO A TODA CRIATURA”, Marcos 16: 15.
Hay que tener mucho cuidado en querer forzar a la gente. Lo que debemos de hacer como predicadores y evangelizadores, aparte de predicar y esparcir la semilla de la Palabra, es orar y clamar por las almas, reprendiendo en el nombre de Jesús las potestades y los principados que impiden la conversión a Cristo de la mayoría.
Tan pronto llevamos la Palabra de Dios, la fe comienza a obrar, porque la fe viene por el oír, “ASÍ QUE LA FE ES POR EL OÍR,Y EL OÍR POR LA PALABRA DE DIOS”, Romanos 10: 17.
Por más que nosotros como ministros tratemos de convencer al oyente de la Palabra, no lo vamos a lograr si no se crean las condiciones espirituales, pues nuestra misión no está solo encaminada hacia el inconverso, sino a las ataduras que le impiden convertirse al evangelio.
Es por eso que debemos primeramente santificar nuestras vidas, tener una íntima comunión con Dios, orar, ayunar y clamar por las almas, preparando el camino para que el mensaje llegue.
Luego reprender todas esas entidades demoníacas que circundan las regiones celestes, y guerrear con toda huested de maldad, con todo gobernador de las tinieblas, con todo demonio que se oponen a que esa Palabra germine en los corazones de los oyentes ó de los lectores.
Es en este escenario que el Espíritu Santo puede intervenir y convencer de pecado, justicia y juicio, “Y CUANDO ÉL VENGA, CONVENCERÁ AL MUNDO DE PECADO, DE JUSTICIA Y DE JUICIO”, Juan 16: 8.
Dios es el que da el crecimiento.
Dios es el que convence al pecador y este debe ser nuestro norte, nuestra meta.
Hemos sido llamados a predicar a Jesucristo y el plan de salvación que Dios tiene elaborado para cada uno de los habitantes del planeta, y ese plan de salvación es ejecutado a través de la sangre preciosa e inmaculada de Jesús.
Esta palabra bíblica de hoy debe llamarnos a todos los ministros, a una profunda reflexión y comprendamos que estamos llamados a plantar a regar, como lo hicieron Pablo y Apolos, pero entender que no somos nada, el importante es Dios, el que da el crecimiento es Dios, “YO PLANTÉ, APOLOS REGÓ; PERO EL CRECIMIENTO LO HA DADO DIOS. ASÍ QUE NI EL QUE PLANTA ES ALGO, NI EL QUE RIEGA, SINO DIOS, QUE DA EL CRECIMIENTO”, 1ra. Corintios 3: 6-7.
Los resultados serán visibles, y
“EL CRECIMIENTO SERÁ PERFECTO”
Las almas se convertirán de verdad, no serán convertidos por emocionalismos ni impactos temporales, ni por un reguetón, o por un merengue ó bachata.
Serán convertidos por el poder de la Palabra, serán convertidos por la autoridad de Jehová, serán convertidos por un convencimiento en lo más profundo de los corazones por el mismo Espíritu Santo.
No podemos seguir predicando el infierno, ni los demonios, ni a satanás, para asustar a la gente, tenemos y debemos de predicar a Cristo y el plan de salvación de Dios. Obviamente, cuando las almas se convierten, debemos discipularlos y es cuando podemos explicarle que el infierno es real.
Es hora de que meditemos profundamente en esto.
Dios nos ha dado una reflexión de importancia capital, el que tiene oídos espirituales, oiga lo que el Espíritu Santo nos habló en este mensaje.
Cristo te ama y te llama,
Dios te guarde,
Héctor Paula
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