LECTURA BÍBLICA DE HOY:
Salmos 66: 18-19, “SI EN
MI CORAZÓN HUBIESE YO MIRADO A LA INIQUIDAD, EL SEÑOR NO ME HABRÍA ESCUCHADO.
MÁS CIERTAMENTE ME ESCUCHÓ DIOS; ATENDIÓ A LA VOZ DE MI SÚPLICA”.
Gracias Dios mío por tu
Palabra. Gracias por las pruebas, gracias por las bendiciones, ten misericordia
de nosotros, guíanos por tus senderos con tu Palabra, líbranos de todo mal,
rompe toda cadena, y condúcenos siempre hacia toda verdad y justicia, en el
nombre de Jesús, amén.
MENSAJE:
Una de las cosas que más puede
irritar a una persona es que cuando hable, no le escuchen.
Esta situación es muy común, usted le
habla a una persona, y no bien termina de hablarle, esa persona no le contesta
nada de lo que usted le ha dicho y al contrario lo que hace es hablar de ella
misma o de lo que se le ocurra hablar, muy alejado a lo que usted le ha
expresado.
Eso se nota en las redes sociales, en
el trabajo, en los estudios, en su entorno, es muy difícil que usted dialogue
con alguien y realmente le ponga caso o interés a su conversación, obviamente
eso obedece a un espíritu de egoísmo y yoismo que se ha desatado en estos
tiempos.
Y lo más justo es que exista una
conversación activa, dinámica, usted habla, le escuchan, le contestan acerca de
lo que usted expresa, la otra persona luego pone otro tema y usted la escucha,
y eso se llama respeto a la dignidad del otro.
El no escuchar al otro es una forma
de violencia silente hacia esa persona, y eso se produce
“CUANDO NO TE ESCUCHAN”
Dios nos ha mostrado que siempre está
dispuesto a escucharnos, a diferencia de la gran mayoría, que no te escuchan
adecuadamente, Dios oye tu clamor, el salmista lo resaltó, “PACIENTEMENTE ESPERÉ A JEHOVÁ, Y SE INCLINÓ A MÍ, Y OYÓ MI CLAMOR”,
Salmos 40: 1
Es muy importante adquirir conciencia
con relación al tema, vamos a aprender más a escuchar al otro, nos gusta que
nos escuchen, así mismo vamos a escuchar, eso es una virtud saber escuchar a
los demás.
Dios nos manda a no mirar la
iniquidad para Él poder escucharnos, y no sólo que nos escucha, sino que
también atiende la voz de nuestra súplica, “SI EN MI CORAZÓN HUBIESE YO MIRADO
A LA INIQUIDAD, EL SEÑOR NO ME HABRÍA ESCUCHADO. MÁS CIERTAMENTE ME ESCUCHÓ
DIOS; ATENDIÓ A LA VOZ DE MI SÚPLICA”, Salmos 66: 18-19.
Vamos a escuchar más y a hablar
menos, de esta manera demostramos respeto y consideración a nuestro inter
locutor.
Si no conoces a Jesús, no esperes que
las cosas se pongan peor, aprovecha ahora que las puertas de la Gracia están
abiertas, ven a Él !!!
Dios
te bendiga !!!
Héctor Paula.
Para la Gloria de Dios
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